Ciudad del Vaticano, 2 mayo 2012
(VIS).-La oración de San Esteban, el primer mártir cristiano, fue el tema
elegido por el Santo Padre para la catequesis de la audiencia general de hoy
miércoles.
Ante más de 20.000 fieles que
llenaban la Plaza de San Pedro, el Papa explicó que, según narran los Hechos de
los Apóstoles, Esteban fue llevado a juicio ante el Sanedrín, acusado de haber
declarado que Jesús destruiría el templo y subvertiría las costumbres legadas
por Moisés. Ahora bien, en su discurso ante el tribunal, el santo afirma que
Jesús se refería a su cuerpo, que es el nuevo templo. De esta forma, Cristo
“inaugura el nuevo culto, y con la ofrenda de sí mismo en la Cruz, reemplaza
los sacrificios antiguos”.
Esteban quiere demostrar que la
acusación de subvertir la ley de Moisés es infundada y para ello ilustra su
visión de la historia de la salvación, de la alianza entre Dios y el hombre.
“Relee así -dijo Benedicto XVI- toda la narración bíblica, el itinerario de la
Sagrada Escritura, para demostrar que conduce al lugar de la presencia
definitiva de Dios, que es Jesucristo, especialmente en su Pasión, Muerte y
Resurrección. En esta perspectiva (...) también lee su condición de discípulo
de Jesús, siguiéndolo hasta el martirio. La meditación sobre la Sagrada Escritura
le permite entender (...) el presente”.
El protomártir, “en su reflexión
sobre la acción de Dios en la historia de la salvación, pone de relieve la
perenne tentación de rechazar a Dios y su acción, y afirma que Jesús es el
Justo anunciado por los profetas; en Él, Dios mismo se ha hecho presente de
manera única y definitiva: Jesús es el 'lugar' del culto verdadero”.
La vida y el discurso de Esteban se
interrumpen repentinamente con la lapidación, pero “precisamente el martirio es
el cumplimiento de su vida y de su mensaje: se hace uno con Cristo. Así, su
reflexión sobre la acción de Dios en la historia, sobre la Palabra divina que
en Jesús ha llegado a su plenitud, se convierte en participación en la misma
oración de la Cruz”.
En el momento del martirio del santo,
afirmó el Papa, “se manifiesta una vez más la fecunda relación entre la Palabra
de Dios y la oración”. Pero: “¿De dónde sacó el primer mártir cristiano la
fuerza para hacer frente a sus perseguidores y llegar hasta la entrega de sí
mismo? La respuesta es simple: de su relación con Dios, de su comunión con
Cristo, de la meditación sobre la historia de la salvación, de ver la acción de
Dios, que alcanza su cumbre en Jesucristo”.
San Esteban cree que Jesús “es el
templo 'no construido por mano de hombre' en que la presencia de Dios Padre se
ha hecho tan cercana como para entrar en nuestra carne humana para llevarnos a
Dios, para abrir las puertas del Cielo. Nuestra oración, entonces, debe
consistir en la contemplación de Jesús a la diestra de Dios, de Jesús como
Señor de nuestra vida cotidiana. En Él, bajo la guía del Espíritu Santo,
también nosotros podemos dirigirnos a Dios (...) con la confianza y el abandono
de los hijos que acuden a un Padre que los ama infinitamente”, concluyó el
Santo Padre.